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6 de Enero de 2005

Cinco pasos para derrotar al terrorismo

Después del 11 de septiembre de 2001, los estadounidenses descubrieron para su sorpresa cuán negativamente eran percibidos en el mundo islámico, y no sólo por los terroristas. Mientras que el presidente de Estados Unidos George W. Bush ha intentado descargar las culpas en un simplista "odio a nuestras libertades", numerosas encuestas han indicado que el odio se dirige hacia causas más específicas –como los diversos aspectos de la política exterior estadounidense o, más recientemente, la soberbia del presidente Bush–.

Los resultados de los recientes sondeos del mundo árabe de Fares Braizat publicados ahora en openDemocracy no hacen sino confirmar todo esto. Sirven de llamada de atención, de aviso que ilustra con precisión el trabajo que hay que hacer para reducir el atractivo y la influencia de Bin Laden y de Al-Qaeda.

Contrariamente a las aseveraciones de Bush, la ira del mundo árabe no se dirige contra el "sueño americano" –que sigue persiguiéndose hoy de la misma forma que hace un siglo– o contra la "democracia y la libertad". Por eso resulta radicalmente equivocado plantear la lucha contra el terrorismo como un conflicto entre quienes están "con nosotros" y quienes están "contra nosotros".

Lo que hacen falta son importantes medidas políticas de carácter práctico que puedan eliminar las causas fundamentales que alimentan y sostienen el atractivo del terrorismo. En los más de tres años que han pasado desde los ataques del 11-S, ni Europa ni EEUU han puesto en práctica dichas medidas. De hecho, varias "reformas" importantes han conseguido el efecto contrario.

La Cumbre del Club de Madrid sobre "Democracia, Terrorismo y
Seguridad", que se celebrará el próximo marzo, es una oportunidad para internacionalizar el debate de una manera verdaderamente democrática, dado que en ella tendrán cabida representantes de los gobiernos y de la sociedad civil, tanto del "Norte" como del "Sur". Verdaderamente la Cumbre podría, y yo espero que podrá, constituirse en "un punto de inflexión" en lo que respecta a alcanzar un consenso global que pueda impulsar acciones constructivas con las que enfrentarse a las causas fundamentales del terrorismo.

Al igual que Mary Kaldor, tengo una lista de deseos para la Cumbre que comprende cinco aspectos. Aunque estos cinco deseos pueden encontrarse prominentemente en muchos documentos políticos tanto europeos como estadounidenses, no se ha hecho prácticamente nada para que se lleven a efecto los compromisos que en ellos han sido recomendados. Aun así, puede realizarse un avance práctico y tangible en estas cinco áreas. Juntas harían bastante más para ganar la guerra de ideas y aislar el atractivo del terrorismo que cualquiera de las iniciativas que se han llevado a cabo hasta
la fecha.

1. Pobreza

Primero, necesitamos concentrarnos en aquellas áreas del debate sobre la pobreza que están relacionadas con el terrorismo. No hay una vinculación directa entre la pobreza y el terrorismo en términos generales. Pero los terroristas utilizan la difícil situación de los pobres como una justificación para cometer actos violentos y para aumentar su atractivo. Por lo tanto un esfuerzo serio para cumplir los Objetivos de Desarrollo del Milenio sería no sólo lo apropiado sino que además eliminaría una de las tribunas más comúnmente usadas por los terroristas. Dado que la Asistencia al Desarrollo en el Exterior (ODA) ha perdido fuerza durante la última década, este objetivo continuará siendo difícil de alcanzar a no ser que Naciones Unidas pueda sacar provecho de su actual proceso de reforma para presionar a los donantes y organismos, de forma que estos realicen cambios de mayor calado, tanto cualitativa como cuantitativamente, en sus proyectos de desarrollo,.

Parece existir un vínculo directo entre la pobreza y el terrorismo, sin embargo, en ciertas áreas específicas, especialmente en lo que se refiere a la educación. Podría adoptarse una agenda práctica en Madrid que pudiera ayudar en el proceso de reforma allí donde éste fuera más necesario, en aquellos países islámicos tales como Somalia, Bangladesh, Indonesia y Pakistán, donde las familias pobres no tienen otra opción más que enviar a sus hijos a las madrasas y a las escuelas coránicas, dado que éstas son gratuitas o están fuertemente subvencionadas. Incluso si la mayor parte de estos niños no llegan a convertirse en terroristas, aquellos que acuden a estas madrasas radicalizadas aprenden a despreciar "las influencias corruptoras de Occidente" desde una edad bien temprana y adquieren muy pocas habilidades prácticas con las que poder desenvolverse laboralmente en una sociedad moderna. Muchos de estos niños no aprenden nada de matemáticas o ciencia, por poner un ejemplo.

Ha habido donantes que han tomado medidas circunstanciales para
contribuir a la educación pública de calidad y a la reforma de las madrasas en algunos países. Por ejemplo, la Agencia estadounidense para el Desarrollo Internacional (USAID) se ha comprometido a donar 100 millones de dólares, a repartir en cinco años, para la reforma educativa en Pakistán. Sin embargo estos esfuerzos llegan todavía con cuentagotas y no forman parte de una estrategia integral, mientras que la cuantía de los fondos comprometidos tampoco resulta suficiente. Y si bien puede argumentarse que la ODA se ha recortado debido a otras preocupaciones de carácter nacional, es difícil sostener que algunos de esos costes puedan ser tan vitales.

Por ejemplo, el sistema estadounidense de defensa de misiles, que se está desplegando en la actualidad incluso aunque no existan pruebas de que verdaderamente funcione, ya le ha costado a los contribuyentes estadounidenses más de 31.000 millones de dólares, y se estima que el coste total pueda superar los 100.000 millones. Si se compara como ejemplo esta cifra con la cantidad gastada en educación, parece evidente que la reforma educativa no constituye una prioridad, a pesar de las afirmaciones del Presidente Bush.

2. Conflictos armados de naturaleza civil

En segundo lugar, y como ha puesto de manifiesto también Mary Kaldor, es vital que la comunidad internacional se esfuerce al máximo para resolver conflictos que se perciben como amenazadores para el Islam, preferiblemente antes de que resulten exacerbados por el terrorismo internacional. Los conflictos en Bosnia, Chechenia, Cachemira e Irak, entre otros, se han intensificado debido a la participación de "mercenarios musulmanes", muchos de los cuales tienen vínculos con Al-Qaeda.

La participación de Al-Qaeda puede transformar también estos territorios en un semillero de terroristas que proporcione nuevos reclutas, contribuya a expandir sus redes y desemboque en la mejora de las estrategias, tácticas y calidad de su equipamiento, y en la adopción de métodos más violentos de confrontación, como pueden los ataques suicidas con víctimas civiles.

3. Detener la financiación del terror

En tercer lugar, si la comunidad internacional se toma en serio su intento de detener el flujo de fondos que proviene de las instituciones extremistas islámicas de beneficencia, las cuales adoctrinan al tiempo que realizan sus acciones benéficas, estas instituciones necesitan algo de competencia. Sin entrar en mayores consideraciones, puede afirmarse que a menudo es simplemente la carestía de la ayuda internacional financiada por la OCDE lo que hace a algunos países en desarrollo susceptibles a la ideología terrorista. Mientras que la faceta religiosa puede no resultar atractiva para muchas familias, la falta de alternativas en lo que respecta a la educación o la sanidad exacerba el crecimiento del movimiento.

Las ayudas benéficas de la OCDE son demasiado bajas en áreas vulnerables a lo largo y ancho del mundo en desarrollo, aunque la cooperación reciente de EEUU y de Europa en las áreas afectadas por el tsunami en el sudeste asiático debería ser indicativo de su buena voluntad hacia las zonas mayormente habitadas por musulmanes. Los donantes deberían asegurarse de que las ayudas de emergencia son completadas por sustanciales programas de desarrollo una vez que hayan podido encararse las consecuencias más inmediatas de la tragedia, con el fin de reforzar esa buena voluntad y de continuar asistiendo a aquellos que se encuentran en situación desesperada.

4. Enfrentarse al reclutamiento y la radicalización

En cuarto lugar, ¿cuánto sabemos acerca de los procesos de reclutamiento y de radicalización que apuntan a musulmanes, en su mayor parte hombres víctimas de la desafección, en Europa y Estados Unidos? Sólo en Europa se dan cabida alrededor de 20 millones de musulmanes, entre inmigrantes y naturales, y este número crece rápidamente. Bolsas de inmigrantes musulmanes viven en áreas prácticamente aisladas, a menudo en los márgenes de la sociedad. Es por lo tanto comprensible que algunas de estas áreas sea hayan convertido en lugares propicios para el reclutamiento, la captación de fondos y el establecimiento de refugios seguros. Los procedimientos de asilo necesitan ser revisados de arriba abajo en Estados Unidos y Europa, y esto debería asociarse a reformas del bienestar social y municipal que integrasen a todos los miembros de la sociedad.

Además, dado que los centros penitenciarios en Europa y Estados Unidos han sido áreas propicias para el reclutamiento desde hace años, se necesita dedicar mayor energía para contrarrestar la influencia de los radicales en las cárceles, quienes convierten a su vez a otros una vez que recobran la libertad.

5. Presionar a los estados autoritarios

Finalmente, ¿cómo podemos ejercer presión sobre los países autoritarios, que pueden ser los verdaderos caldos de cultivo en lo que respecta al terrorismo internacional? Muchos saudís, argelinos y egipcios de la calle se muestran resentidos contra sus propios gobiernos, pero son incapaces de expresar esa ira de una manera pacífica que pueda provocar cambios significativos. No resulta así nada sorprendente que muchos dirijan su ira a Estados Unidos, quien a menudo ofrece su apoyo a sus autoritarios y nada representativos líderes.

Un argumento que a menudo se escucha de los labios de los líderes de esos países es que si se celebraran elecciones hoy en día, los extremistas islámicos resultarían elegidos; por lo tanto, todavía no hemos llegado al momento oportuno para iniciar un proceso de apertura social. ¿Sabemos con certeza que éste es el caso o podría tratarse de una falacia perpetuada por líderes oportunistas que tan sólo quieren aferrarse al poder? Los islamistas moderados y las organizaciones civiles seculares y los medios existen en muchos de estos países y ofrecen posibilidades para servir de contrapeso a los extremistas, quienes tienden a dominar el lado del debate que ocupa la oposición. Estos moderados necesitan ser apoyados sin reservas.

Si Europa y Estados Unidos pueden hacer más para que se lleven a efecto los compromisos ya tomados para eliminar la pobreza, terminar con los enfrentamientos civiles y promover la inclusión social y la democratización allá donde éstas se requieran, la popularidad de los terroristas tal y como muestran los resultados de los sondeos de Braizat podría decaer de manera considerable.

Como el presidente Clinton, uno de los fundadores del Club de Madrid, recalcó recientemente, "Si tú vienes de un país rico con fronteras abiertas, a no ser que creas seriamente que puedes matar y encarcelar a todos tus enemigos, y ocupar su territorio, tienes que construir un mundo en el que haya más amigos y menos enemigos". La oportunidad que tenemos de lograr un importante avance en Madrid no debería perderse. El terrorismo puede ser derrotado, pero sólo mediante una alianza comprometida de los gobernantes electos de los países y de sus ciudadanos, tanto del Norte como del Sur.

Karin Von Hippel, Senior Research Fellow, Centro para el Estudio de la Defensa (Centre for Defense Studies). Sus publicaciones incluyen Europa Confronts Terrorism (ed.) (Palgrave MacMillan, de próxima aparición). Von Hippel también es miembro del Consejo Asesor para la Cumbre del Club de Madrid.


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