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9 de Marzo de 2005

Protegiendo el espacio humanitario ante la violencia y el terror

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Moderador: María Ángeles Espinosa
Panelistas: Denis Caillaux, Hany El-Bana, Ed Cairns, Austens Davis

Es necesario recuperar el espacio humanitario, debilitado por los acontecimientos de los últimos años, y recuperar el ideal de los derechos humanos como una concepción universal y no sólo occidental. ¿Cómo se ha llegado a esta deteriorada imagen del papel de las organizaciones humanitarias en algunas zonas de conflicto?

Para Denis Caillaux, secretario general de CARE International, el principal principio que legitimaba la actuación de los grupos humanitarios, la aceptación por parte de los pueblos a los que se pretende ayudar, se está resquebrajando. Esto se debe a dos factores principales: la indefinición del espacio que separa a ejércitos y ONGs; y la vulnerabilidad creciente de la población civil. Los esfuerzos de las organizaciones humanitarias, señala Caillaux, deben operar de forma separada de otras iniciativas para no cargarse de las connotaciones a menudo negativas que conllevan otro tipo de iniciativas.

Ed Cairns, analista de Oxfam, por su parte, se muestra de acuerdo, aunque con matices. Cada vez que el ejército utiliza el lenguaje de las organizaciones humanitarias, asume parte de sus labores o les proporciona financiación, debilita más la posición de éstas. Si bien en el caso de su organización, afirma Cairns, el fracaso en Irak debe atribuirse a la falta de confianza entre el pueblo iraquí y las organizaciones humanitarias. No había un historial de acciones, al contrario que en Afganistán. Esto hacía que fuera muy difícil desvincularse de la actuación de las tropas militares. No existe por tanto una desconfianza per se hacia las organizaciones humanitarias, sino hacia el modelo de ayuda humanitaria que lleva el marchamo occidental.

La degradación de las condiciones de los trabajadores de las organizaciones humanitarias también es constatada por Austen Davis, director general de Médicos Sin Fronteras Holanda. Cada vez hay un mayor deseo de utilizar la fuerza con fines políticos y por tanto una mayor disposición a aceptar las bajas que puedan producirse como consecuencia de los conflictos armados. El abandono de las leyes internacionales, por todos los bandos, conlleva la utilización de tácticas bélicas que en caso contrario no tendrían lugar. Todo esto lleva a una confusión sobre el papel de las agencias de ayuda occidentales. Éstas se ven incapacitadas para negociar el acceso sobre el terreno. Otro factor, abunda Davis, es el de la burocratización de las ONGs y su pérdida de humanidad y sensibilidad de cara a las víctimas a las que deben proveer de ayuda y consuelo.

Hany El-Bana, fundador de Islamic Relief, afirma por su parte que la justicia debería ser algo previo a la democracia y la libertad. El actual enfoque político, por tanto, resulta, para El-Bana, equivocado.

Todos los panelistas concluyen avanzando algunas soluciones: vincular la acción humanitaria con la imparcialidad, la independencia y neutralidad; reforzar las alianzas y acuerdos de colaboración con las organizaciones locales; y reivindicar el papel de Naciones Unidas y la importancia de la legislación internacional.

[Redacción Web]

Resumen de la sesión

La acción humanitaria en escenarios de conflicto siempre ha sido difícil, dificultad ahora gravada por los nuevos retos a que se enfrenta la ayuda humanitaria tras los atentados del 11 de septiembre.

La experiencia real sobre el terreno así lo demuestra: la neutralidad, independencia e imparcialidad percibidas en las operaciones humanitarias están viendose socavadas como resultado de la politización de la ayuda. Como consecuencia, las propias operaciones de ayuda están en peligro.

Por todo ello es urgente y, al mismo tiempo, difícil, alcanzar un equilibrio eficaz entre respuestas políticas, militares y humanitarias a la crisis. A pesar de ello, la mayor parte de los participantes en el Panel acordaron que el tradicional “modelo de coherencia” (que relaciona estrechamente acción militar, política y humanitaria) constituye una respuesta inadecuada y contraproducente.

Al socavar la aparente neutralidad del movimiento humanitario, la politización de la ayuda pone en peligro la seguridad de sus trabajadores, así como su capacidad de proteger la seguridad de aquellos a los que pretenden ayudar. Al mismo tiempo, limita su capacidad de negociación con las facciones en contienda, obstaculizando el acceso a las víctimas.

¿Cómo se puede recuperar el espacio humanitario?

Mary Robinson, ex Presidenta de Irlanda (y ex Alta Comisaria de Naciones Unidas para los Derechos Humanos), subrayó durante el debate que la legislación humanitaria internacional proporciona un marco legal esencial para todo tipo de ayuda humanitaria y para la protección de civiles. Siendo como son signatarios de dichos tratados, los estados deben tomarse en serio sus responsabilidades jurídicas, en lugar de sacrificarlas durante el transcurso de la llamada “guerra contra el terrorismo”.

Es necesario realizar un especial esfuerzo para que los valores humanitarios no sean percibidos como algo particularmente occidental, sino como valores éticos universales. Para ello, varios participantes subrayaron la necesidad de mejorar la cooperación con los protagonistas y actores locales, así como alentar una mayor participación de la sociedad civil.

Algo que ayudaría a corregir la percepción de que la ayuda humanitaria es una herramienta política esgrimida por occidente (visión a la que se opusieron todos los participantes) podría ser aumentar la responsabilidad y el compromiso de las agencias locales con respecto a la población local.

En resumen, es necesario que exista cooperación y complementariedad entre la ONU, los gobiernos donantes, el sector militar y las ONGs, considerando al mismo tiempo el lugar y el objeto de dicha ayuda humanitaria en cada caso particular. Este imperativo se aplicaría incluso en aquellos casos de intervención militar, en aras de proteger a los civiles y ayudar al mantenimiento de la paz.

[Relator]

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