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9 de Marzo de 2005

Inmigración: ¿Está fallando la integración?

Moderador: Pierre Lellouche
Panelistas: Morton H. Halperin, Assia Bensalah Alaoui, Jan C. Ting, Tariq Ramadan, Gilles Kepel, Robert Leiken

Todos los oradores en esta conferencia estuvieron de acuerdo en un punto: la enorme complejidad del asunto a debatir. Mientras que en Estados Unidos el terrorismo es visto como un enemigo que proviene del exterior, en Europa se percibe como un peligro que llega de fuera pero que también está dentro de sus fronteras. El hecho de que los autores materiales de los atentados del 11-M fueran inmigrantes, en muchos casos con residencia legal en España, lleva a los expertos a buscar fórmulas para mejorar la integración de los inmigrantes, especialmente de aquellos que practican la religión islámica, en las sociedades occidentales.

Pierre Lellouche, el moderador, miembro del Parlamento francés, lo dijo con toda claridad nada más empezar a hablar: “Es un asunto muy sensible”. La primera en tomar la palabra fue Assia Bensalah Alaoui, del Centro de Estudios Estratégicos de la universidad Mohammed V de Rabat. La profesora marroquí afirmó que al hablar de inmigración y de la situación de los musulmanes que viven en Europa en relación al terrorismo es difícil no caer en los estereotipos y los prejuicios. Señaló que los primeros que los sufren son los propios musulmanes. “El problema es que la minoría violenta es muy radical”, aseguró. La profesora marroquí afirmó que para mejorar la integración de los musulmanes residentes en Europa hay que centrar la atención en dos colectivos muy importantes: los jóvenes y las mujeres. Los primeros porque son el futuro y las segundas porque aportan estabilidad al núcleo familiar.

La solución para Tariq Ramadan, del Centro de Estudios Islámicos, es el diálogo entre los propios musulmanes europeos. La educación es muy importante. La presencia de los musulmanes en los países europeos tiene que tener un cariz ciudadano que pasa por la aceptación de las leyes de cada país y por la condena de la violencia. Una condena que es mayoritaria entre los musulmanes, por eso tanto Ramadan como Alaoui se niegan a utilizar etiquetas y a hablar de “terrorismo islámico”. Es simplemente terrorismo, sugirió Ramadan a lo largo de su intervención.

Gilles Kepel, profesor del Instituto de Estudios Políticos de París, coincidió con Ramadan y Alaoui: “No todos los musulmanes son terroristas, aunque la mayoría de los terroristas son musulmanes”. Keppel considera que no hay peligro de contagio de las posturas radicales entre la comunidad musulmana que vive en Francia; es más, los musulmanes franceses han hecho todo lo posible por no radicalizarse y por integrarse.

Robert Leiken, del Centro Richard Nixon, mostró algunos datos recogidos en un estudio sobre 377 ‘yihadistas’ detenidos en Europa y en Estados Unidos entre 1993 y 2004. En ese estudio, dirigido por él mismo, se establece un vínculo muy fuerte entre inmigración y la ‘yihad’ o “guerra santa”: el 87% de los detenidos en ese período eran inmigrantes. También hizo hincapié en el proceso de formación de células “yihadistas” y aseguró que en muchas ocasiones los terroristas son reclutados más por motivos de cercanía al líder y por la existencia de vínculos previos que por su experiencia.

Morton Halperin, director del programa Fellows del Centro para el Progreso Americano, indicó que uno de los principales errores en las políticas de inmigración en Estados Unidos ha sido desalentar la cooperación de la comunidad musulmana en la lucha contra el terrorismo en aquel país. Abogó por políticas que reduzcan el número de inmigrantes ilegales y criticó la actuación de la Administración estadounidense en los días posteriores al 11-S, que se basó más en la sospecha que en la cooperación.

Quien sí le puso etiquetas al terror fue el profesor de Derecho de la Universidad de Temple (EEUU), Jan Ting, quien aseguró que hay que ponerle nombre para poder enfrentarse a él. Él sí habló de terrorismo islámico. Su discurso se centró en las diferentes maneras de abordar la inmigración a uno y otro lado del Océano Atlántico. Ting echó de menos que en Estados Unidos Unidos no existan campañas de “americanización” para los inmigrantes recién llegados como las hubo a principios del siglo XX. Se trata de enseñarles inglés, de enseñarles a qué país llegan para que se adapten mucho más rápido.

Resumen de la sesión


Los lazos entre integración, inmigración y terrorismo son complejos y delicados. Assia Bensalah Alaoui, directora del Centro de Investigación de Estudios Estratégicos de la Universidad Mohammed V de Marruecos, señaló los peligros de caer en estereotipos implícitos en el lenguaje, por ejemplo en la frase “terrorismo islámico o islamista”. Millones de musulmanes viven pacíficamente en Europa y Norteamérica mientras que, por otro lado, el fracaso de los países árabes en el desarrollo de instituciones políticas legítimas, así como su incapacidad para lograr prosperidad nacional, conduce a la radicalización. Recomendó políticas dirigidas a la juventud desilusionada y resaltó el potencial de las mujeres musulmanas a la hora de impulsar reformas en los países árabes.

Morton H. Halperin, vicepresidente del Centre for American Progress de Washington, comentó la experiencia de su país afirmando que la política de inmigración desde el 11-S es un perfecto ejemplo de lo que no se debe hacer. Al dirigirse a grupos como “musulmanes”, las autoridades provocan el rechazo de las comunidades cuya colaboración más necesitan. Recomendó políticas para reducir la inmigración ilegal y medidas para crear confianza y generar cooperación con las comunidades musulmanas.

Gilles Kepel, Profesor del Institut d´Etudes Politiques de París, sostuvo que la mayoría de los terroristas son musulmanes. Se debe prestar especial atención a los agentes de primera línea que intentan radicalizar, movilizar y reclutar a los musulmanes descontentos. Comentó el caso del periodista francés secuestrado el año pasado en Irak. Los secuestradores exigieron a Francia que anule la ley sobre secularidad en los colegios, en la esperanza de que esta medida movilizaría a los millones de musulmanes del país. Pero sucedió lo contrario. Los ciudadanos de origen musulmán salieron a la calle para condenar a los secuestradores islámicos y expresaron en los medios su solidaridad con el periodista.

Robert Leiken resumió un estudio de Mujaidines detenidos en los EE.UU. y Europa entre 1993 y 2004. Descubrió que un 40% eran ciudadanos occidentales y sólo un 6% inmigrantes ilegales. Muchos de los europeos tenían descendientes en países con vínculos coloniales con los países en que vivían. Los terroristas estaban organizados informalmente y tenían pocas “habilidades terroristas especiales”, aunque se organizaban a través de familias y amistades.

El académico Tariq Ramadan (actualmente en la Universidad de Nôtre Dame), coincidió en señalar que, en general, los musulmanes europeos han condenado las acciones terroristas. Hizo un llamamiento a los musulmanes para que cuestionen las lecturas radicales del Islam y que reconozcan que la sociedad europea ha cambiado, con la población musulmana habitualmente bien integrada.

Jan Ting, Profesor de Ley en la Universidad Temple de Philadelphia, contrastó la necesidad de los EE.UU. de abordar las amenazas externas con el imperativo europeo de resolver los problemas de integración. Sugirió que una parte de la solución se encuentra en la asimilación a través del idioma y la educación cívica.

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Fotos

De izquierda a derecha, el moderador, Pierre Lellouche, Robert Leiken y Tariq Ramadan, en un momento de la conferencia sobre inmigración. (Foto: Cub de Madrid)
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